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—¿Se volvió a ver en aquel programa con Grondona y percibió qué graves eran sus gestos y su actitud irónica?-
—Lo miré y hay una mezcla de todo esto que estamos hablando. Y de inexperiencia mía en ese momento. Sobre el final del programa, Grondona me empieza a preguntar insistentemente porque yo digo: “Bueno, faltan dos años y medio”, y me dijo: “Bueno, pero dos años y medio... no sé si va a durar dos años y medio”. Yo hice un gesto. Y empecé a sonreír, con simpatía, como diciendo “no sé qué contestar”. Me dijo: “Porque hay un vicepresidente”. Y yo dije: “Sí, se llama Cobos”, sonriendo, sin saber para dónde salir. Y él dijo algo así como que es el sucesor. Y lo que yo quise decir, y ahí es donde me equivoqué, lo que quería que quedara claro era que él lo estaba diciendo, que yo no abrí la boca. Y lo que dije fue: “Eso es lo que te quería escuchar”. Y él cortó el tema y se acabó el programa. Mientras se acababa el programa pensaba: “Tengo que decir que nosotros creemos…”. No tuve oportunidad. Lo miré un par de veces, y me di cuenta que parece una especie de cosa burlona sobre que si se va… En absoluto de mi parte. No sé si fue inducido, no sé cómo trabajan en los programas de televisión, si buscan llevarlo a uno a un determinado lugar o fue espontáneo. Eso es un problema de Grondona. El mío es que me comporté como un tonto, y encima con esa sonrisa.
fuente: perfil
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